Reforma integral de bar en Mollet del Vallés, El Champanillo 2
2017
120m2
Mollet del Vallés, Barcelona
En el marco de un proyecto urbano de nueva centralidad realizado en los años 90 y con gran diversidad de usos (institucional, mercado, viviendas, oficinas, comercio, espacio libro y usos terciarios), el local forma parte de un complejo comercial exterior de pequeña escala a base de pequeños quioscos, que dota de actividad un gran espacio peatonal rodeado de arquitecturas de gran escala.
Las circulaciones laberínticas y una materialización ligera de los volúmenes hacen del lugar un escenario de intercambio de presencia y palabras.
Los quioscos son prismas de PB+1, planta cuadrada y medidas 8mx8m con una altura de 8m. aproximadamente. La estructura está formada por forjados de chapa colaborante y losa de hormigón, vigas y pilares metálicos, que, agrupados en fachada, dan carácter formal a los volúmenes, juntamente con la pizarra natural y el cristal.
En el estado previo a la reforma encontramos un local que no reconoce las condiciones del entorno del que forma parte. Las grandes superficies vidriadas están saturadas de mobiliario, maquinaria y vinilos, renunciando a la participación de la riqueza de interacciones establecidas en el conjunto que lo engloba.
El encargo nos pedía ordenar y dotar de carácter al conjunto, con las premisas de intervenir únicamente en el espacio destinado a los usuarios y responder al funcionamiento corporativo propio de este negocio de comida rápida y autoservicio. Todo ello en un intervalo de 6 semanas, proyecto y obra.
En todo el conjunto, se apuesta por recuperar el carácter originario del volumen, respetando y destacando su lenguaje.
La intervención reconoce la planta baja como extensión del espacio exterior, de interacción a pie de calle, agrupando la actividad más intensa y ofreciendo unas localidades para un consumo más rápido en barras y taburetes. Se vacía el espacio dejando los materiales que ofrece la arquitectura original y cediendo todo el protagonismo a la vida interior y a la del entorno exterior.
Un dintel metálico, en forma de L, ordena el desorden impuesto a la vez que estructura el menú y ilumina la planta. Las nuevas barras colgadas permiten continuidad en el pavimento, organizando las circulaciones entre la zona de cola, la de neveras y máquinas lúdicas y el espacio de consumición.
La planta primera se enfoca hacia un ambiente más pausado, confortable e íntimo, para ratos más prolongados. En este caso, la arquitectura existente se viste con un tapiz de linóleo que forra escalera, suelo y paredes y unas nuevas bancadas que organizan el espacio.